Recuerda el momento de tu vida en el que hayas sentido más miedo e inseguridad, ahora multiplícalo por cien, ni aun así llegarás a sentir una décima parte de lo que representa un ataque de pánico por agorafobia.
Alguien que jamás ha sufrido un ataque de pánico le resultará tremendamente difícil llegar a entender lo que se siente, por lo cual, tampoco puede asimilar la gravedad y la limitación a la que está sometida una persona que padece agorafobia.
La mayoría de las personas que jamás han sufrido un ataque de pánico lo interpretan como algo parecido a estar nervioso, lo asocian a los típicos nervios que se pueden tener antes de un evento importante, como un examen, una entrevista de trabajo o la espera de una noticia importante, pero no guarda relación alguna con este tipo de nerviosismo o inquietud totalmente normales y justificados en determinados momentos de la vida.
En mi caso, cuando sufro un ataque de pánico, este comienza con una extraña sensación de inseguridad o miedo, empiezo a notar vacío en el estómago seguido de una especie de “punzada”, a partir de esta “punzada” se comienza a desencadenar un proceso, justo a continuación dejo de sentir las piernas, me flojean las piernas, la sensación va aumentando y comienzo a tener taquicardias, vértigos intensos, una fuerte sensación de hormigueo en las manos, pérdida del sentido del tacto y por ultimo dejo de tener percepción de la realidad, es como si todo lo que me rodea fuese un sueño, más bien una pesadilla, de la que intento escapar, todo esto unido a una gran desorientación, no sé dónde estoy, si estoy dormido o despierto y si el momento que estoy viviendo es realidad o ficción.
Os puedo asegurar que es una de las sensaciones más desagradables que existen, va mucho más allá de tener miedo, es la perder el control del cuerpo y de la mente. Ignoro el lapso de tiempo que dura un ataque de pánico, pero parece eterno y una vez consigo superarlo lo único que quiero es estar en mi casa tranquilo durante horas, desconectado de todo, la experiencia es agotadora, tanto física como mentalmente, y reponerse de la misma conlleva un espacio de tiempo considerable unido al miedo de volver a pasar por la misma experiencia, es decir, finalmente es un bucle en el que se acaba teniendo miedo a sentir miedo.
¿Cómo ponerse en la piel de alguien que sufre ataques de pánico?, es casi imposible, ni alguien con la mayor capacidad de empatía puede llegar a entenderlo, es una experiencia que hay que vivir para poder comprenderla, de la misma forma que alguien que jamás ha perdido a un ser querido puede hacerse una idea del dolor que se siente o quien jamás ha tenido problemas económicos puede llegar a entender el sufrimiento que vive una persona que se ha quedado sin nada. Quizá, la mayoría de las personas, son más empáticas con otro tipo de enfermedades que no son de carácter psicológico, si conocemos a alguien que padece ceguera podemos caminar unos metros por nuestra casa con los ojos cerrados y hacernos una idea de lo que es vivir sin el sentido de la vista, o imaginar lo que sufre alguien que esté sometido a fuertes dolores, todos en algún momento de nuestra vida hemos padecido un dolor de muelas o una migraña, pero ¿Cómo se entiende un ataque de pánico por alguien que jamás lo ha sufrido? Es algo tan abstracto que resulta totalmente imposible.